jueves, 12 de mayo de 2016

Tequila en un funeral.

La muerte en México no es un tema tabú. La vemos representada en caricaturas para niños, en murales, esculturas y hasta en el baño de un restaurante se nos recuerda que vamos a morir. La muerte es algo muy presente en México, no nos asusta, nos asusta un chingo y por eso preferimos burlarnos de ella.


En cada país hay rituales para enterrar a un ser querido. En algunos países la lluvia y los paraguas son parte de ese ritual, y en otros un cura y lamentos es lo único que se ve. En cambio, en México, puedes ver cualquier cosa en un funeral. Desde el que más llora hasta el que ríe por el gozo de que un ser querido haya pasado a mejor vida. Un funeral en México es el típico lugar para conocer todo el árbol genealógico. Si bien pudiendo haber 20 o 30 personas familiares del difunto, este es el día para conocer a los primos lejanos, a los tíos que no son tíos y hasta los hermanos que son medios. 


Un funeral mexicano es la cita perfecta para ver cuán grande es la fe en esta nación. El cura normalmente es aquel que lleva tiempo conociendo a la familia, siempre hay una persona que era allegada al difunto y es la que más tiene agallas para consolar a los que están llorando. Y cuando se llega el momento de dar las palabras sobre la madre, el padre, el hermano o el hijo, nunca falta ese trago de tequila que nos hace fuertes como mexicanos. No cómo algo cobarde, sino para que nuestra voz sea curada de aquel desgarre que explota en nuestras entrañas y para que la gente pueda escuchar claramente lo mucho que fue esa persona, y lo mucho que lo será en la otra vida.

Cuando se acaba el acto religioso es deseo de muchos mexicanos que se lleve mariachi desde el templo hasta el panteón. En cuanto el padre dice, hermanos pueden ir en paz, se escuchan las trompetas, los violines, los guitarrones y las voces que llegan a lo más profundo de todos los allí presentes.

Los tragos de tequila son discretos, pero nunca falta quién lleve una botella en mano y vaya llorando, riéndose y recordando todo lo que pudo o no pude haber pasado. Llegan los niños a consolar a los más mayores, diciendo que no lloren, después se van a jugar a ver quién encuentra la tumba más vieja o nueva del panteón o a ver quién de ellos encuentra su nombre entre los que descansan. Oh, pero cuidado con quién llegara a pisar una tumba, porque en la noche el muerto vendrá a su habitación a jalarle los pies mientras duerme. (Nunca pises una tumba)

Para todos aquellos que saben de lo que hablo les mando un saludo cordial desde la tierra del tequila, y para los que no, les deseo que cuando todo esto pase pongan su fe en que Dios saca mejores cosas incluso de lo que es una tragedia. 




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